Paula era una niña alegre e inquieta, que nunca veía la hora de irse a dormir y sus padres por mucho que le advertían de que a la mañana siguiente no podría rendir bien en el colegio no eran capaces de convencerla.
Era uno de los pocos ratos que los tres podían estar juntos en casa por eso no estaba dispuesta a desperdiciar ese valioso tiempo durmiendo.
¿Dormir? ¿Acaso sus padres preferían el mero hecho tan aburrido de cerrar los ojos a jugar con ella? No era capaz de entenderlo al igual que muchas otras cosas que rodeaban a ese mundo al cual aun no pertenecía por ser pequeña… ese mundo al que denominaban “el mundo de los mayores”… ¿pequeña? Bueno eso según se mirase… era la más alta de su clase incluso más que Esther que se creía guay por ser de enero… además sabía manejar su ordenador rosa… no había duda…ella era grande.
Desde que la quitaron de la habitación de sus padres nunca había vuelto a tener las mismas ganas por acostarse… su habitación con tantos peluches y muñecos parecía demasiado oscura y que mamá dejase la luz del pasillo encendida no era una solución… lo único que se conseguía era crear sombras que daban miedo.
Papá se había puesto cabezón, vamos… se creía él que por contarle un cuento ella se iba a quedar dormida , ni que no la conociese… aunque la verdad papá contaba bien los cuentos… tenía una voz grave pero dulce… empezó a notar como sus parpados pesaban… pero vamos que no se dormiría no estaba dispuesta a hacerlo…
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Era uno de los pocos ratos que los tres podían estar juntos en casa por eso no estaba dispuesta a desperdiciar ese valioso tiempo durmiendo.
¿Dormir? ¿Acaso sus padres preferían el mero hecho tan aburrido de cerrar los ojos a jugar con ella? No era capaz de entenderlo al igual que muchas otras cosas que rodeaban a ese mundo al cual aun no pertenecía por ser pequeña… ese mundo al que denominaban “el mundo de los mayores”… ¿pequeña? Bueno eso según se mirase… era la más alta de su clase incluso más que Esther que se creía guay por ser de enero… además sabía manejar su ordenador rosa… no había duda…ella era grande.
Desde que la quitaron de la habitación de sus padres nunca había vuelto a tener las mismas ganas por acostarse… su habitación con tantos peluches y muñecos parecía demasiado oscura y que mamá dejase la luz del pasillo encendida no era una solución… lo único que se conseguía era crear sombras que daban miedo.
Papá se había puesto cabezón, vamos… se creía él que por contarle un cuento ella se iba a quedar dormida , ni que no la conociese… aunque la verdad papá contaba bien los cuentos… tenía una voz grave pero dulce… empezó a notar como sus parpados pesaban… pero vamos que no se dormiría no estaba dispuesta a hacerlo…
